Si usted vive entre las montañas de la Cordillera de los Andes y busca árboles nativos andinos para enriquecer su jardín o restaurar su finca, estas especies son una excelente opción. Esta región ha sido profundamente transformada por la actividad humana durante siglos, lo que ha llevado a la disminución dramática de sus bosques y coberturas vegetales.
Durante mucho tiempo, la reforestación se ha hecho con especies foráneas como eucaliptos, acacias o pinos, que no siempre son compatibles con los ecosistemas locales. Hoy, el interés por plantas nativas para jardines de montaña y proyectos de restauración ha crecido notablemente. Sembrar especies originarias contribuye a la biodiversidad, mejora el suelo y crea hábitats para la fauna silvestre.
A continuación, compartimos diez especies de árboles nativos andinos ideales para jardines, fincas o predios rurales en zonas de montaña.
1. Roble andino (Quercus humboldtii)

Árbol icónico de los Andes tropicales. Majestuoso, longevo, con follaje denso y bellotas que alimentan aves y mamíferos. Su presencia enriquece cualquier espacio por su valor simbólico y su capacidad para atraer fauna. Su crecimiento es lento pero logra alcanzar hasta los 25 metros de altura. Es un árbol muy longevo pudiendo superar 100 años sin mayor problema.
2. Aliso (Alnus acuminata)

Fijador natural de nitrógeno, ideal para mejorar suelos empobrecidos y presente en muchos países de Sur América. Este árbol nativo andino se destaca por su forma estilizada y su follaje claro lo hacen una excelente especie estructural con un tamaño grande de hasta 20 metros, perfecto para jardines grandes o proyectos de revegetación. Es un árbol de crecimiento rápido y longevidad mediana (30-60 años).
3. Yarumo blanco (Cecropia telenitida)

Rápido y generoso. Sus hojas gigantes crean sombra y sus frutos alimentan aves y murciélagos. De lejos, estas dan la impresión de ser blancas o plateadas. Es un árbol que puede llegar hasta los 30 metros de altura y es pionero en áreas abiertas. Su silueta inconfundible aporta personalidad a cualquier espacio. Es un árbol que tiene una vida relativamente corta.
4. Cedro nogal o Nogal andino (Juglans neotropica)

Este árbol nativo de Colombia, Ecuador y Perú está amenazado por la explotación maderera. Es una especie de gran porte -pudiendo llegar a superar los 40 metros-, lento crecimiento y longevidad. Su madera es valiosa, pero lo es aún más su rol ecológico: sombra, frutos grandes para fauna, estructura del dosel.
5. Pino romerón (Nageia rospigliosii/ Retrophyllum rospigliosii )

Esta conífera nativa de los Andes es hoy poco común en bosques nativos por ser una especie apetecida por su madera. Resiste suelos difíciles y climas variables. Es excelente como ejemplar vertical para marcar entradas, bordes de caminos o mezclarse en plantaciones biodiversas. Es de crecimiento lento a mediano, llegando a superar los 60 años de vida y pudiendo lograr alturas entre 30 a 40 metros.
6. Angelito (Monochaetum myrtoideum / Bucquetia glutinosa)

Arbusto nectarífero de la misma familia de los Siete cueros (las Melostomataceae) es muy visitado por colibríes. Llega a medir entre 2 a 3 metros y es de floración prolongada con bonitas flores fucsia a moradas. El Angelito es un árbol nativo de las regiones andinas de Colombia y Venezuela.
7. Mano de oso (Oreopanax incisus / floribundus)

Follaje exuberante y palmeado que recuerda una mano abierta. Árbol del subdosel que aporta textura, sombra suave y alimento para aves. Ideal en jardines sombreados o como punto focal en laderas. Es un árbol pequeño endémico de Colombia, Ecuador y Venezuela. Es de crecimiento rápido y puede vivir unos 35 años.
8. Laurel de cera (Morella pubescens y parvifolia)

Resistente al viento, adaptable a distintos suelos es un árbol nativo ideal para procesos de restauración. Sus raíces profundas también lo hacen ideal para espacios con problemas de erosión. Produce frutos cerosos comidos por aves. Su porte mediano (unos 15 metros) lo hace versátil para jardines o linderos con vegetación nativa. En Colombia se utiliza para hacer la cruz de mayo, lo que ha llevado a esta especie sea sobre explotada.
9. Cucharo común (Myrsine guianensis)

De crecimiento medio, buen comportamiento en climas fríos y atractiva producción de pequeños frutos oscuros. Un árbol de tamaño medio a grande de hasta unos 20 metros. Es excelente como acompañante en proyectos mixtos de reforestación y jardinería ecológica. Tiene un ritmo de crecimiento veloz y sus hojas duras lo hacen resistente a épocas de verano. El Cucharo se adapta a múltiples pisos térmicos.
10. Chilco/a (Baccharis latifolia)

Muy útil para bordes soleados o zonas degradadas. El Chilco es un arbusto que crece rápido, protege el suelo y sus flores atraen abejas y mariposas. Aunque simple a la vista, cumple múltiples funciones ecológicas. Es una especie pionera que muchas veces surge de manera silvestre en el campo de las regiones altoandinas.
Restaurar es una palabra que va mucho más allá de sembrar árboles nativos andinos. Requiere observar, respetar y acompañar los procesos naturales del entorno. Pero incluso si no se emprende una restauración completa, usar especies originarias —como estas— en jardines, cercas vivas o proyectos paisajísticos ya representa un paso enorme.
En tiempos de cambio climático y pérdida de biodiversidad, sembrar especies y particularmente árboles nativos se convierte en un acto de conexión profunda con el territorio y la naturaleza.
Nota: la foto utilizada como portada de este artículo es de © sueriffe vía Inaturalist.org